lunes, 19 de abril de 2010

CARNIVALE, la otra televisión


Hace unos meses un buen amigo me recomendó CARNIVALE, la serie de la HBO del ya lejano 2003 y de la que desconocía su existencia. Ayer acabé, tras un delicado, mesurado y lento en ritmo paladeo, el visionado de la primera temporada.

Esta serie es distinta, especial. Los ritmos de los capítulos son lentos, detallados, lejos del escándalo y agobio de imágenes rápidas al que nos tienen acostumbrados la series americanas. Pictórica, hipnótica, surrealista, interpretada en sueños en algún momento. Una dirección de arte extraordinaria, mirado el detalle hasta el extremo, decorados, escenografía, vestuario, cartelería, coches, viviendas, todo, todo es un gran óleo de la América más deprimida y polvorienta.

Unas interpretaciones excelentes, destaco especialmente a Clancy Brown como El Padre Justin, a Michael J. Anderson, fabuloso Samson, enano director de la feria. Deliciosos Patrick Bauchau como el mentalista Lodz, una imperecedera Adrienne Barbeau como la encantadora de serpientes, Cynthia Ettinger como la voluptuosísima Rita Sue, en fin, sin desperdicio alguno.

La música, hipnótica y extraordinaria, el polvo, el viento, los carromatos, todo al servicio de una historia que, aunque episódica, está al servicio de la narración mayor, la lucha entre el bien y el mal, Devil against God.

Pronto empezaré con la segunda temporada, ya en mis arcas y preparada para ser deglutida.... sólo un gran dolor me atenaza, al final de la misma se acaba el asunto. Ni los 50.000 correos que recibió el canal el fin de semana de su cancelación pudieron con el imposible presupuestario de una carísima, pero deleitosa producción.

Carnivale es, para mi gusto, televisión de culto, una maravilla sin discusión.

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