sábado, 11 de septiembre de 2010

LA MOLA (3) Batería Vickers




Como guinda a la visita a la fortaleza, en su extremo este te encuentras con unos cañones defensivos brutales, amedentradores, tremebundos, las baterías Vickers costeras.

A finales del reinado de Alfonso XIII, España solicitó 18 cañones de 381mm de la fundición inglesa Vickers. Seis de estas piezas estaban destinadas a Menorca; dos se instalaron en La Mola durante la Segunda Republica, terminando de montar la segunda pieza de esta batería en el primer año de la Guerra Civil (1936). Diseñados como cañones navales, estas piezas de grueso calibre se instalaron en los acantilados del litoral, a falta de buques adecuados para llevar tales piezas.

Sobre este acantilado, a una cota superior a 70 metros, el caparazón del cañón, con su tubo de 17,60 metros de largo y 88 toneladas de peso, puede girar 270º. Entre las tres baterías Vickers situadas alrededor de Menorca, cubrían casi tres cuartas partes de la costa.

La potencia de estos cañones les permitió alcanzar su objetivo a unos 35km de distancia, aunque en realidad solo dispararon en prácticas. Eran capaces de perforar un acorazado con un blindaje de 36cm de acero a una distancia de 23km. Para acertar en el objetivo, disponían de la Dirección de Tiro situada en el acantilado con su telémetro que calculaba la distancia del objetivo y su punto futuro, así al efectuar el disparo daría en el blanco.

La pequeña, pero estratégicamente importante, isla de Menorca estaba tan fuertemente defendida que nunca sufrió ningún ataque terrestre desde la construcción de la fortaleza y las baterías de costa. El último disparo de este cañón se efectuó en 1991.Puedes subirte en uno de ellos y darte cuenta de su poderío, el otro que se ve ya aparece viejo y desvencijado, de hecho la puerta subterránea de acceso aparece oxidada y decadente. Un auténtico hallazgo. Tras su visita, vuelves por un soleado camino y te das una vuelta por los abandonados cuarteles en donde aún se ve, tras las cristaleras, una vieja mesa de billar, obuses que hacen de tocones, o viejas espacios deportivos tragados por las plantas.

Una visita estupenda para cualquier amante de la historia.

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