Paseo por el zoo, lluvia y soledad

Con esta última crónica termino mi paseo por la bellísima e inolvidable Budapest, una ciudad que me ha calado hondo y colmado todas mis expectativas experienciales, estéticas y vivenciales.... será por la compañía, la edad y mis objetivos de viaje, no se porqué será, pero es un sencillo viaje muy recomendable.

Una tarde me cogí el metro y me dispuse a visitar el viejo Zoo. Partamos del hecho de que odio los zoos, me deprimen como concepto y entretenimiento, jamás los visito, pero en esta caso hablamos del segundo zoo más antiguo de Europa que data de 1866. Algunos de sus edificios preservan toda la atmósfera del S.XIX, como la magnífica "residencia" de los elefantes, todo un palacio, el aviario o el viejo acuario. En 1907 el zoo se declaró en bancarrota y se buscó capital privado, entonces nuevos arquitectos dejaron su impronta en distintos espacios. Reabrieron en 1912 con nuevas especies y, desde entonces, pese a los múltiples problemas y procesos ha encontrado su espacio i tiene una buena reputación como lugar de investigación y de nacimiento de especies en peligro de extinción como el rinoceronte blanco.

Destaco: los detalles arquitectónicos, los pabellones de Australia, el del Elefante, los tigres (brutales), la zona de simios, el "tono" relajado, verde y apacible.... la accesibilidad a las diferentes especies, pude acariciar a un dormilón, patos, pavos reales y extraños marsupiales que van de aquí para allá.... mención aparte a la zona de los gigantes murciélagos australianos, guau! dignos de una peli de terror.... el espacio es de una taciturna luz azulada y los bichos son de tamaño rata del Ebro, impresionantes con las alas desplegadas, ruidosos e inquietantes.... gran visita con o sin niños.... nadie le quita ese toque decadente pero ya lo quisiera yo en mi ciudad.