sábado, 28 de enero de 2012

La política de los demagogos

La Democracia Ateniense es un capitulo histórico apasionante, sorprendente por sus paralelismo con la situación real que estamos viviendo en la actualidad y que, con las consecuencias que tuvo, altamente alertador ya que, como todos sabemos, todo es cíclico y los seres humanos tenemos una tendencia hacia la destrucción construcción sin límites y sin aprendizaje tras lo acontecido.

Especialmente apasionante me resulta el apartado dedicado a la política de los demagogos, con gran similitud con la situación real que vivimos en las democracias europeas actuales.

Atenas se convirtió en una "polis" muy compleja y para ser controlada requería de muchos conocimientos e información. Algunos atenienses tenían esas cualidades porque viajaban, se formaban, tenían contactos y dinero, pero su voto valía como el de cualquier otro, las decisiones salían de una masa mal informada, inculta e influenciable. Ahí surge la retórica, capacidad de convencer a un auditorio para que vote en un determinado sentido y de ahí surge la gran paradoja de la democracia ateniense. Habiendo eliminado el poder individual y dejándolo en manos del pueblo (demos) que con su falta de instrucción, formación queda en manos del orador más hábil. Así nace el demagogo (el que arrastra al demos), figura política clave en la fase más avanzada de la democracia ateniense.

Los demagogos que sucedieron a Pericles sólo tenían como interés sacar adelante las propuestas que les interesaban, la mayoría eran ricos, halagaban al demos para llevárselo al huerto o aparentaban mantener la distancia. Cleón decía que una democracia no tiene capacidad de gobernar un imperio si cambia constantemente sus decisiones y que las malas leyes que se respetan son siempre mejores que las buenas en las que no se puede confiar en su permanencia.

Los demagogos manejaban al pueblo, tenían información privilegiada y les señalaban el camino. El problema es que eran políticos corruptos que cedían a sobornos y presiones y que compraban testigos y, además, disfrutaban del juego político y no estaban interesados en la valoración de su comportamiento en términos éticos. Ellos sabían que las riquezas y los éxitos militares despertaban admiración por la masa, se formaban en una retórica dirigida a la manipulación y a convencer. Todos los políticos, sin excepción, necesitaban formarse una imagen, cultivarla y prodigarla en los espacios públicos para poder utilizarla en la asamblea pública... los ciudadanos elegían entre "imágenes" que competían entre sí.

Merece reflexión este tipo de actuaciones referidas hace 2500 años, por su claro reflejo con nuestra triste actualidad. El pueblo griego sufrió división y enfrentamiento social que hizo estragos su mundo, fue la propia democracia que sucumbió ante sí misma.

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