sábado, 10 de noviembre de 2012

El ejercicio del descubrimiento

Ayer hablaba con mi primo sobre el ejercicio placentero, meticuloso y paciente que es el descubrimiento de un trabajo musical. Ahora en que todo es de usar y tirar, hablando de este proceso, me viene a la mente y escucho los vinilos de Kansas. Recuerdo el periodo y trabajo que dediqué a amar estos discos, formidables en composición, eclecticismo y calidad música. Kansas, con estos dos ejemplos tan distintos como Audiovisions o Dust in the wind, evoca los mejores momentos de descubrimiento. Rock, voz formidable, rock limpio, teclados magníficos, riffs de escándalo, violines, todo lo que una gran banda de rock puede plasmar en trabajos compactos con vaivenes emocionales llenos de recursos. Kansas es un vino de primera calidad... en aquel 1977 no supe valorar todo lo que me han dado los de Topeka. Kansas mezcla la influencia del progresivo británico con el toque norteamericano, derivado al AOR posteriormente, todo ello envuelto en una bandera de barras y estrellas. Adoro su discografía hasta 1980 y ando algo descolgado de la posterior, he de reconocerlo, pero reescucho, como hago con Boston, sus vinilos una y otra vez. Una banda de culto.

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