martes, 27 de noviembre de 2012
The Cat dispara con bala, mejor quedarse lejos.
Con los años (me ha costado) me he dado cuenta que cuando eres partícipe de una ilusión, como puede ser una banda de rock, que al fin y al cabo no es más que un juguete con el que jugar y divertirse, es mejor quedarse lejos retirado, pensando en el icono que hace el show, en el payaso o el concepto, que es en definitva lo importante, mejor que acercarse a la persona. El personaje es lo que es, un concepto, la persona está llena de miserias, y no por llenar estadios esas miserias dejan de serlo, incluso se agrandan. Las declaraciones de Peter Criss que traduce y muestras Kiss Army Spain muestran, de manera sesgada y parcial, son de una de las parte, la miseria y bajeza de las personas, tan alejadas de festival de confetti o el gran show en directo. Las adjunto; "Era tan irritante escuchar a Gene decir, “Tú trabajas para mí y harás lo que yo diga o serás despedido igual como cualquier otro empleado”. Quería cortarle la garganta de oreja a oreja. Si me hubiera dicho eso en aquel entonces, habría cogido una botella y se la habría roto en la frente. Pero yo había cambiado, aunque ellos no. Ellos ganaban ganaron más dinero del que jamás volverán a ganar en sus vidas a costa de Ace y mía, los dos malditos lunáticos. Sin nosotros, KISS habría sido una banda aburrida. Pero ahora éramos los ciudadanos de segunda clase del grupo. Cualquier cosa que salía mal, nosotros teníamos la culpa. Y si me oponía a cualquiera de estas injusticias, me etiquetaban de quejica.
Así que hize una retirada estratégica. En cierto momento de mi vida tuve millones, y todo había desaparecido. Así que me di cuenta de que tenía que aguantar durante el tiempo que estuviéramos haciendo esto y ganar suficiente dinero para luego no tener que trabajar otra vez. Que te den por el culo mientras puedas aguantarlo, soporta su mierda, muerde el polvo y hazlo, se un hombre y consigue ese maldito dinero y luego diles, “Adiós, no os necesito. Coged este trabajo y metéroslo por ahí”. La música nunca había significado dinero para mí pero ahora, con cincuenta años, había estado en el infierno y había vuelto y lo necesitaba.
Decidí ya no formar parte del club de los chicos. Doc y Paco estaban molestos porque no podían arrastrarme a su redil, fumar puros y beber. Sabía que si bajaba al bar, no podría decir que no. Me tomaría un whisky escocés y me sabría rico. Vería algunas tetas y culos, y tendrían un aspecto mejor. Doc me invitaría a otra ronda y todo parecería incluso aún mejor. Y luego me llevaría a alguien a mi habitación y me la follaría. Y al día siguiente me sentiría y tocaría como una mierda. Eso no iba a ocurrir.
¿De todas formas quién quería juntarse con ellos? Cuando terminábamos de tocar cada noche, me invitaban a cenar, pero ni siquiera quería sentarme en la misma mesa con esos tipos. Ya no eran mi gente. Tenía a un pedante y un imbécil en Gene, un egocéntrico supremo que babeaba sobre cualquier mujer del restaurante. Si la camarera era atractiva, le cogía la mano y se la lamía e intentaba darle su número de habitación. Era tan vergonzoso. Llevaba esta estúpida gorra de béisbol de KISS para tapar su calvo y entretejido pelo. Solía llevar este peinado que parecía el sombrero de David Crockett. Parecía un nido de pajaros. Y su estúpida gorra se le quedaba encima porque no le encajaba en esa monstruosidad obturada. Cada noche llevaba la misma camisa de manga corta azul que ponía KISS, así que apestaba a mil demonios. No se duchaba con nosotros. Simplemente cogía un paño mojado y se limpiaba toda la sangre que escupía durante el show: por el pecho y por la polla. Se la limpiaba, tiraba el paño a una esquina, y luego cogía una toalla para que no le vieran desnudo, se ponía la ropa interior por debajo, y luego tiraba la toalla. Todavía había sangre asquerosa goteándole por las piernas, y saliva asquerosa; en el pelo tenía todo esto. Cogía otra toalla, se limpiaba, y se ponía la camisa de manga corta azul y esos pantalones baratos de vinilo que se suponía que parecían de cuero. ¡Y este gilipollas pensaba que era guapo!
Llamaba al camarero a la mesa.
“Sr. Simmons, ¿Qué ocurre?”.
“¿Esto es pollo?”.
“Sí, señor”.
“Parece el cadaver del culo de un cerdo, estúpido. Ve y traeme algo que parezca comida, no un animal atropellado”. Cuando el camarero se alejaba decía, “Camareros. Sin dinero, no hay cerebro. Imbéciles”.
¿Por qué quería yo comer con ellos?
Luego tenía al Starchild maquiavélico en la mesa. Paulie tenía que tenerlo todo perfecto. “Esta comida es horrible. Así no debería cocinarse”. Así que el camarero le decía, “Bueno, ¿Cómo le gusta, Sr. Stanley?”, y el decía, “¿Tengo que decirte yo cómo hacerla?”.
Ace babeaba por la comida y Doc McGhee estaba riéndose, bebiendo: “Déjame contarte otra historia sobre Michael Jackson. Una vez estaba en su habitación…”, bla, bla, bla. Era un circo. Simplemente no podía sentarme en esta mesa de tontos. Tanto como me acusaron de ser un maniaco drogadicto degenerado, yo tenía más clase en el dedo meñique que esos animales tendrán jamás con todo su dinero.
Se sentaban allí, Doc y Gene y Paul, y hablaban sobre negocios importantes de la banda como si Ace y yo no existiéramos. Doc bromeaba, “Así que en el show de la Super Bowl, tengo una idea. Conseguimos a cincuenta y seis chicas desnudas corriendo por allí” y si nosotros nos entrometíamos con nuestra opinión, ellos decían, “¿Qué has dicho?”.
“Estoy en la banda, ¿no?”.
“No, vosotros sois Ace y Peter. Nosotros somos KISS. Nosotros tomamos las decisiones, vosotros solo tocáis en la banda”.
Decían esas cosas en la mesa de cenar con los promotores locales allí y sus invitados – como si yo necesitase que me pusieran en mi lugar delante de extraños.
Gene y Paul siempre actuaban superior, te hacían sentir como si estuvieras por debajo de ellos. Tenías que estar constantemente con tu mejor conducta; no podías soltarte y ser tú mismo o reírte y pasarlo bien sin pensar que se iban a reir de ti o a mirarte fijamente. Se alimentaban de todas tus debilidades. Si pronunciabas una palabra incorrectamente, saltaban sobre ti y te corregían de una forma tan condescendiente delante de todo el mundo. Ace no era así. Era tan disfuncional que ciertamente no podía tirar la primera piedra. Ace no era malvado, pensaba yo.
JO-DO... Independientemente de que se verdad (me resulta creíble, desde luego), se le nota pelín resentido.
ResponderEliminarja ja ja ja.... peinado nido de pájaros o el sombrero de david crocket, que bueno, a faltado decir que se echaba laca barata de DIA que hace más ponzoña!!!
ResponderEliminaracojonante... pelucón, sangre pegada, ausencia de higiene, camisa reprieta maloliente... pobre la que se lleve al catre... sí se le aprecia cierto resquemor,sí...
ResponderEliminarPelín resentido?.... has sido light hermano.... lo del pelo es caña dura jajaja, ahí le duele a Simmons Héctor.... la que se lleve al catre?.... cuestión de dólares... abrazos Jesús, Simmons no liga, paga putas...
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