No me gusta escribir cosas especialmente profundas en este blog, más que nada porque ante el aluvión de información al que estamos sometidos todos ya hemos generado una especie de coraza defensiva. Entra mucho mejor el entretenimiento puro y la evasión. Pero de vez en cuando hay temas que creo pueden aportar algo de valor y sobre los que merece la pena reflexionar, parar y, como el Pensador de Rodín, darles su espacio.
Una buena amiga que conozco hace tiempo y con la que he compartido buenos momentos profesionales me hace llegar este texto, que considero interesante y honesto.
El texto está escrito por un directivo de una entidad financiera, un señor al que yo no conocía, pero que por lo que me dicen era "importante" en su organización, ambicioso, corredor de maratones, vamos, un ejecutivo de tomo y lomo.
En un momento dado a este hombre le diagnostican una enfermedad degenerativa grave mientras está en plenitud. El texto corresponde a sus reflexiones finales, fue leído en su funeral que aconteció hace breves fechas. Con el máximo respeto lo plasmo aquí tal cual fue escrito. Estoy seguro que esta persona estaría contenta con que su reflexivo texto sobre la actitud pudiera hacer pensar, dentro de la humildad, a la persona que lo escuchara o leyera.
" Puede que me falle la voz, pero no he perdido el habla, ni me falta la palabra; el hablar menos hace que esté aprendiendo a escuchar más; el no poder gritar me ha hecho apreciar lo que vale un susurro.
Puede que haya cosas que no puedo hacer, pero todavía puedo hacer que los demás hagan; necesito ayuda para actividades rutinarias, lo que me hace menos independiente, pero eso me está enseñando a ser más solidario.
Puede que ya no sea capaz de correr un maratón, pero eso me hace disfrutar más de cada kilómetro recorrido; antes era más mecánico y ahora soy más emotivo.
Puede que muchas veces haya puesto el YO por delante de todo; ahora veo mejor lo que vale el nosotros, el vosotros y el ellos.
Antes era una persona más de impulsos, ahora lo soy de emociones.
Antes valoraba más el reto de lo pendiente de conseguir, ahora disfruto más de lo conseguido; las metas no hay que ponerlas lejos ni deben ser grandilocuentes, se disfruta más de los pequeños logros, aunque no sean de gran calado.
Antes me gustaba más enseñar, mostrar lo que sabía, ahora valoro lo importante que es aprender y saber escuchar.
Puede que muchos pensemos que lo estamos pasando mal, pero no es ese el enfoque que tengo ahora: a todo el mundo le va bien y mal, aunque muchos piensan que sólo les va mal a ellos. La palabra clave para afrontar los malos momentos es ACTITUD. La actitud es el enfoque que le damos a las cosas y el peso relativo que otorgamos a cada una de ellas en nuestro todo. La actitud nos puede permitir relativizar lo malo y atribuir un mayor peso a lo bueno en nuestro nivel de bienestar. La actitud te permite darte cuenta que lo importante no es hacer lo que te gusta, sino conseguir que te guste lo que haces. La actitud te permite ver que importa más la vida de los años que los años de la vida. La actitud te permite ver que siempre hay varios caminos y que por cada puerta que se cierra están muchas por abrir.
Hay gente que dice que para ser feliz hay que vivir cada día como si fuera el último: yo no estoy de acuerdo. Mi actitud es vivir cada día como si fuera el primero, porque este enfoque te da libertad y amplitud de miras, mientras que lo anterior te genera angustia y te aprisiona. Yo soy feliz cada momento del día, espero que también lo seáis vosotros, pero recordar: es cuestión de actitud."
hablando de actitud...léete lo que cuenta este chaval:
ResponderEliminarhttp://blogs.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/mi-batalla-contra-la-ela/2014-10-22/mi-ela-y-los-demas_398166/
A por ello, gracias Jesús.
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