DOKKEN es una de esas bandas muy queridas, muy escuchadas y que todos tenemos en el corazón. 21 discos en las espaldas y decenios en la carretera, con mercenarios aquí y allá, el gran Mick Brown en el back y estelares guitarristas entrando y saliendo.
Este "Broken bones" certifica una cosa, a mi entender, que la llama Don se apagó sin remisión. El disco, como todo disco de Dokken, está bien producido, con finura, entrando agradable, sin dolor, con un correctísimo trabajo de estudio buscando el sonido "clásico" de la banda, pero Don está muerto. No es que haya bajado rendimiento, es que no llega a nada. Necesita de abundantes coros hasta en los estribillos, en cualquier nota alta, su voz en monocorde, tristona, apagada y hunde el buen trabajo musical.
Y los que hemos oído esos grandes y personalísimos juegos nasales de Don no podemos menos que entristecernos y asistir al fin de una gran generación de monstruos del rock. Algunos, como Meniketti por ejemplo, mantienen el orgullo, la energía y todas sus condiciones, otros, como Dokken, Coverdale, Paul Stanley, se apagan sin remisión y pierden su poderosa voz.
Son los años que no perdonan. Pese a todo, Broken bones se deja oir, eso sí, con un poco de tristeza.
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