David fue un buen pintor francés que pasó de abanderar los temas revolucionarios a convertirse en un ensalzador publicitario de la figura de Napoléon Bonaparte. Mítico es su retrato del emperador a lomos de brioso corcel "Napoleón cruzando el puerto de San Bernardo"... en el cual puede admirarse al pequeño mandatario subido, con semblante frío como el hielo, en un nervioso y fantástico caballo... en el fondo se observa el doloroso y agotador trabajo de las tropas arrastrando artillería y mercancías... Está cruzando los Alpes como si fuera Carlomagno o un gran Emperador de la antigüedad. Le gustó tanto el retrato a Napo que se pidió unas copias, hasta el propio artista se hizo una para su colección personal.
Luego vino la decadencia y la eliminación de la figura del estadista.... Luis Felipe de Orleans quiso recuperar lsu figura y se encargó un trabajo a Paul Delaroche, pintor con una enorme herencia romántica y amante del realismo. Éste quiso contar la verdad, más de 50 años después del anterior trabajo hecho por David.
Y la imagen nos muestra lo que de verdad ocurrió, el emperador a lomos de una mula, aterido de frío y con mirada de perrillo abandonado, con un lacayo que guía el jumento. La intención de Delaroche, admirador de Napoleón, no era ridiculizarlo, todo lo contrario, sino mostrar su faceta humana, vulnerable como la de cualquier espectador que admire el lienzo. Es todo un ejercicio de propaganda en el sentido inverso. No fue muy bien recibido por el público y la crítica que consideraron que el artista se había excedido en realismo, casi rozando el patetismo. Os adjunto el Napoleón de David y el de Delaroche. Impagable el semblante de la mula, cabizbaja, triste y aterida de frío, frente al hiperactivo y despierto alazán, no perdáis detalle de la vestimenta del personaje en una y otra imagen.
En un lado el héroe divino, impasible frente al viento, los elementos, la tormenta y el animal. En el otro el hombre vulnerable, entristecido, encogido, abrigado y sucumbiendo frente al aire helado y los elementos.
En el retrato heróico, en una piedra en la base, aparecen los nombres de Bonaparte, Aníbal y Carlomagno, presente y pasado, aquí llega el reconstructor del imperio francés... pero vino en mula.
En un lado el héroe divino, impasible frente al viento, los elementos, la tormenta y el animal. En el otro el hombre vulnerable, entristecido, encogido, abrigado y sucumbiendo frente al aire helado y los elementos.
En el retrato heróico, en una piedra en la base, aparecen los nombres de Bonaparte, Aníbal y Carlomagno, presente y pasado, aquí llega el reconstructor del imperio francés... pero vino en mula.
Sublime.
ResponderEliminarBueno, son las cosas de los políticos, y sus "fotógrafos", je.... un abrazo
ResponderEliminar