Visité Hiroshima hace unos años.... es un lugar especial. Los japoneses son gente amable y educada, muy respetuosa, limpia, ordenada, cuidadosa con el legado. Hiroshima es un templo de la reflexión. El museo es apabullante, el recinto muy bello, solo la conocida vieja construcción de acero y hormigón saca a la luz la hecatombe.... recuerdo perfectamente el trozo de muro que tienen tras una cristalera donde se distingue perfectamente la "sombra" de un hombre agachado.... es todo lo que quedó de él tras la explosión de la bomba atómica, su sombra.
Que el Presidente Obama haya sido el primer presidente estadounidense en visitar el lugar es duro de digerir pero agradecido de leer. Las gentes de aquella ciudad, las heridas abiertas, los recuerdos que no el rencor, siguen vivos y en las calles.
He visto esta fotografía de JOHANNES EISELE que me resulta impresionante. No por la postura de Obama, sino por la del anciano japonés. Derrumbado, agotado y agradecido, como liberándose por fin de algo. Con el señorío y la elegancia que siempre ha atesorado este gran pueblo pero con la humildad, la educación y esa mal entendida sumisión (que no lo es, es una mezcla de timidez y educación extremas) que hacen al anciano arroparse en el hombro del presidente americano.
Creo que es una foto especial, histórica. Vivimos en un mundo de símbolos y pienso que los símbolos, bien entendidos y honestamente utilizados pueden cambiar las cosas, como está ocurriendo en Cuba.
Hay muchos intereses detrás, está claro, pero no deja de ser una buena imagen y un momento histórico. Obama ha hecho lo que ha podido y ha manejado bien los símbolos y las intenciones. Creo que vienen tiempos oscuros para el gran país norteamericano y que, como ocurrirá con el Papa Francisco cuando no esté, echaremos de menos la cierta templanza de este presidente y del buen pontífice, con sus lagunas, sus medias tintas y su tibieza en algunos momentos, pero es tan difícil gestionar estas cosas.
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