Hoy me ha pasado una cosa chula, de esas que le gustan a Akela.
He entrado por casualidad en una cafetería antigua, cerca del colegio de mi hijo. Cuando estaba en la barra triscando el primer churro me ha parecido reconocer a alguien importante a mi lado, sí, es él. Es el kioskero.
Hace más de 40 años, los chavales que íbamos al colegio de Agustinos en Zaragoza, o muchos de ellos, sobre todo los que veníamos de la zona de Paseo las Damas y "Marina Moreno", hoy Constitución, pasábamos por la Plaza de Albert Schweitzer y, como no, hacíamos justa parada en la papelería de la plaza.
Gomas, cuadernos, lápices, bolis BIC, todo lo necesario para el día a día andaba tras esos mostradores.... en otro lado, como no podría ser de otra manera, se atrincheraban los tebeos, los de Marvel, los de Bruguera.... en otro rincón todo lo relacionado con las chucherías, baratijas, bromas y zarandajas varias.
Aquel buen kioskero siempre será recordado por sus elegancia, su fino bigote y educado ademán. Siempre solícito y siempre encantador, rápido y sonriente, me caía bien, fui cliente fiel.
Hoy al reencontrarme con él, ya anciano (sobre 80), hemos rememorado las Pipas Tostaval, las canicas, las tabas o los viejos tebeos Vértice. Cómo las profesoras del colegio le avisaban para que tuviera existencias ante una demanda inmediata de lo que fuera, menudo lobby!.
Personas maravillosas que forma parte del escenario de nuestra infancia.... Buen y querido kioskero, un placer encontrarlo de nuevo y compartir barra de café.
¡Qué personaje! Me acuerdo perfectamente de él, de su bigote... y comparto tu opinión; amable y elegante... y paciente, que aguantar a diario a una pandilla de orcos como nosotros no está al alcance de todos. Recuerdo especialmente cuando sacaba el muestrario de ceras manley para que compráramos sueltas las que necesitábamos.
ResponderEliminarAbrazos
Oh, las maravillosas ceras Manley, que cierto..... la verdad es que mucha paciencia y caballerosidad, un tipo excelente... abrazo Guti
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