Una bella fachada que mantiene su arquitectura, eso sí, destrozada por una aplicación publicitaria lamentable e indigna que no deja ver la belleza de la estructura. Merece la pena destacar el zócalo en marmol, maltratado por el personal, las cristaleras en curva y los juegos de cristales biselados que tanto cuesta encontrar entre tanta pegatina. El interior es una sombra de lo que fue.
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