miércoles, 6 de diciembre de 2017

NÜRNBERG


Nürnberg es una ciudad Frankenstein, una urbe llena de heridas sin cicatrizar, profundas. Se muestran en sus calles y en su arquitectura, y a eso me refiero, no a sus gentes, amables y pragmáticas.

Era una vieja ciudad medieval, bellísima, auténtica, con todos los mecanismos históricos para ser tomada por la dictadura como el corazón del sentimiento alemán, y eso cavó su tumba. En la guerra fue virtualmente arrasada, como símbolo que era, y su juzgado utilizado como eje del juicio a los asesinos, toda una paradoja.... juzgados en la ciudad símbolo.

La labor de reconstrucción hecha por los alemanes es de quitarse el sombrero, pero el bombardeo y la destrucción fueron de tales dimensiones, que es imposible encontrar una manzana completa de edificios en buen estado, o avenidas que sean coherentes. Lo mismo pasa con el comercio, desaparecido, excepto por algunos que más que ser, dan homenaje a marcas perdidas. Pese a todo consigue parecer una ciudad muy bella.

Es doloroso observar la capacidad de destrucción del ser humano y las heridas tan profundas que ha dejado la lejana guerra en esta excelente ciudad, llena de historia y, estoy seguro, una de las plazas más excepcionales del mundo... pero eso fue antes.




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