lunes, 30 de diciembre de 2019

MUSEO NACIONAL DEL CINE. VÍA MONTEBELLO, 20, TORINO

Este espacio es excelente por muchas cosas, primero por el edificio en sí. La Mole Antonelliana es un símbolo de la ciudad, enorme aguja que corta el horizonte, uno de los edificios más altos de Italia. Para hacernos una idea su filosofía es similar a la de la Torre del Agua, un enorme recinto interior hueco de difícil uso por estructura, pero que felizmente ha sido reconvertido en Museo del Cine (tomen nota algunos), con enorme éxito entre visitantes y habitantes.

Los dos atractivos son, el museo en sí, un divertido recorrido por la historia del cine, con una parte de arqueología sublime, y otra de cine contemporáneo menos científicay más ociosa. Preciosos guiños a Cabiria y Metrópolis, grandes olvidados, pero es que el cine es algo enorme e inabarcable, pese a ello, cada uno tiene su guiño y momento. Ese sombrero y bufanda de Federico Fellini, esos carteles italianos tan sublimes, los guiños a Tatí, el tremendo Tiburón. Excelente tumbarse en esa butaca tumbona y ver ese enorme, gigantesco espacio expositivo (un tono muy Cabiria) con grandes pantallas, juegos de luces y ruidos. Y luego, para los que no aman el cine, pues suba usted en el ascensor que le lleva hasta la aguja prodigiosa.

















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