lunes, 17 de mayo de 2021

CASA LEONARDO (1913) SENTEREDA, LLEIDA

Casa Leonardo es una antigua hospedería de carretera con más de un siglo de vida. Ubicada en Lleida, en la Comarca del Pallars, en la carretera que lleva desde Tremp a Sort, es una auténtica delicia como experiencia y hospedaje. Nuestra pequeña aventura nos llevaba hasta allí pero no sabíamos todo lo bueno que nos íbamos a encontrar.

Desde aquí dar todas las gracias a Mireia, que nos trató de manera excelentísima, con todo el cariño y la cálida acogida que siempre se nos dispensa en Cataluña, vayamos donde vayamos. Hemos aprendido mucho de como se pueden hacer de bien las cosas, con cariño y cultura. Una pareja de historiadores regentan ese señero edificio, y mantienen toda la esencia de sus 100 años de vida, en la carpintería, suelos, mobiliario, habitaciones, buen gusto y decoración. En cada piso te encuentras enormes vitrinas llenas de antigüedades rebosantes de historia y belleza, no hay cerámica, lámpara o complemento fuera de sitio, y el que lo está casi lo está con gracia. 

Cenar o desayunar en este lugar es una maravilla. Es una vuelta a todo lo bueno que tiene la calidad sencilla, sin estúpidas sofisticaciones ni artificios, como vivimos en mil y una cartas de bares y restaurantes de todos los lugares. "Tenemos un menú, lo hace mi madre". Adelante. Y te sacan medio quesito de cabra atesano, del valle, una sopa casera de galets con pelota, una ensalada ilustrada, sencilla, limpia, impecable, escarola, tomate, oliva negra, pero todo superior, y una butifarra exquisita adornada con unas patatas fritas caseras como pocas. Luego dale un postre con una especie de vermú, inmejorable. Y para desayunar, bandeja de embutidos de la zona, toda para ti, y ricas mermeladas caseras, pan de hogaza, café delicioso, slurp.... y todo rodeado de mobiliario centenario y vistas directas a un hermosísimo río que pasa a los piés de la casa.

Casa Leonardo es mucho más que un hospedaje, es una experiencia, un viaje en el tiempo a principios del siglo XX, cuando sonaba el carrillón en los restaurantes, y nada molestaba su sonido, cuando te atendían con verdad y respeto y cuando tomabas comida sencilla, casera, deliciosa, que sienta de maravilla, reconfortante, llena de vida y de tradición.















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