Tras mi fallida visita a Los Encantes de Barcelona el pasado verano, esta vez sí ha sido posible pasar un buen rato en el espacio barcelonés, sabiendo que es más una experiencia faunística maravillosa que un lugar interesante para encontrar cosas. No existe rastro en el planeta más filtrado y trillado, los vendedores ya están de vuelta de todo, se las saben hasta la médula y pocas veces entran a la negociación. Hemos aprovechado para visitar las 4 o 5 tiendas carisísimas de la parte superior. He intentado establecer un poquito de conversación con el vendedor que apareció en “Maestros de la Restauración” por saber como había sido la experiencia con Drew Pritchard, la seca respuesta del dueño ha sido; “Bien. No me conocía de nada”, y ha seguido jugando con el móvil a un juego arcade, encantador.
Tal y como lo describes me transmite total falta de emoción. La antítesis de lo que esperaría de un rastro en condiciones.
ResponderEliminarBueno, no se si tanto pero está muy industrializado, Barcelona es un ciudad con mucho nivel y hay enormes coleccionistas y expertos, cuando yo voy ellos han vuelto mil veces, pero merece muchísimo l pena como experiencia, un abrazo
ResponderEliminarEl Sr. aquél al que visitó Drew Pritchard ya daba muestras de su nivel en el propio programa.
ResponderEliminarNo recuerdo el n9vel que dio, con este que escribe ha estado grosero y maleducado hasta lo incómodo, que me espere sentado el colega, vaya nivel, una pena. Abrazos
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