Hay algunas piezas que, pese a su humildad, destilan diferencia y autenticidad. Ante ellas, como es este negrito meón con sistema de bombeo (imaginemos a los empleados de la empresa que se dedicó a fabricar tamaña pieza bizarra), no podemos más que abrir el monedero y, con una genuflexión delante del vendedor de rigor, postrarnos admirados frente al totémico y ultrakitch objeto.
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