Es sorprendente este país, con sus luces y sombras. No es Japón, con el que tienen claros pulsos, no es China (gracias a Dios) con quien mantiene alejadísimas posturas. El amiguito aquí es Estados Unidos pero no crean ustedes que les dejan mucho tajo a los americanos.
Si en la tele hay 200 canales te cuesta más de 100 llegar a uno que no sea coreano, Europa no existe ni les preocupa. Si vives en una gran ciudad el estatus es esencial, y si no tienes un enorme coche negro Génesis (línea premium de Hyundai) con los cristales tintados que tú mismo conduces, no eres nadie, je. Los negocios son cosas de hombres y las mujeres viven entre la postura, la eterna juventud y una extraña timidez. En los comercios y servicios la mujer manda y se hace presente, al pie del cañón, pero se nota que el poder y el dinero está en manos masculinas.
Consumen coreano, muy coreano, son casi una autarquía excepto en el café, adoran el café y también el mal café (miles de Starbucks por doquier).
Trabajan muchísimo y con enorme rigor. Una empleado de Dunkin Donuts o de cualquier franquicia o local se desvive por atender, adecentar, servir y ejecutar cualquier acción. Es un país con un tono ingenieril pero con un enorme fondo de tradición que produce enormes contrastes. Es como si, tras ese terrible primer periodo del siglo XX hubieran quedado cosas estancadas y, tras ello, hubieran arrancado una nueva era transformadora que resulta abrumadora... tradición y cambio unidos, extraña combinación.
El culto a la juventud es tremendo. Las mujeres intentan que su cutis permanezca inalterable en el tiempo, lo que resulta caro e imposible. Las jóvenes son cliché manga, dulces, tímidas, melena larga y transmiten inseguridad y cierta cursilería. Sus caras intentan que sean blancas como una baldosa y esconden, lo que parece ser una serie de complejos, tras toneladas de cosméticos y ropa ancha. una mujer joven siempre lleva el pelo liso y largo, nada de innovación, y una mujer madura casada llevará, en una inmensa mayoría, el pelo corto o media melena. Los hombres son más extremos aún.... sobre todo los de mediana edad. También se maquillan, en la televisíón y la publicidad es tremendo y ojo no te dejes una cana o te quedes calvo, estás acabado. Aquí si no tienes una mata de pelo impresionante al estilo Kabuto, una piel impecable y la barba más afeitada que un bebé eres una especie de troglodita, como el que escribe. La verdad es que resultan un pelín sonrojantes algunos de ellos que veo en la televisión, old school con teñidos delirantes y trajes enjutos. Colores intensos, estilo más que cuestionable en el vestir y en el diseño denota un enorme parque de ingenieros y tecnólogos por ahí pero algo flojica la cosa de la creatividad por allá, no se puede tener todo.
Lo del K-pop es una realidad, pero más realidad es que los “ídolos” son hombres, de todo tipo, desde el típico grupo de cinco chavales con cinco roles distintos, más visto que el tebeo, hasta el típico cantante melódico también joven, de voz de barítono y traje imposible. Insufrible la música, cursi y pegajosa, apelmazada y más pasada que un chotis. Muchos suenan como melódicos de los 50-60 pero repetitivos y cansinos, con patillas puntiagudas, pelo negro azabache de catálogo y corbata alucinógena, horroroso. Las chavalas que cantan no salen o yo no las veo, el fenómeno fan loquísimo es de grupos y solistas masculinos, todos iguales, todos olvidables. El hard rock no existe, el metal no se conoce, , y un país sin metal no es un país para vivir, jajaja.
Eso sí, trabajar, emprender, activar, proponer y dejarse la piel, están a años luz de nosotros... lo que no se si eso está bien o mal.
El trato recibido es cariñoso, respetuoso, amable y un pelín distante, se nota que no están habituados a tratar con ruidosos españoles, cariñosos, besucones y carcajeantes que no miran el móvil mientras desayunan. Parecen buena gente y se nota que llevan, muy dentro, mucho dolor histórico, mucho hambre por demostrar lo que son y muchas ganas de comerse el mundo, y ojo que mastican fuerte. Es una gozada visitarles y me generan una profunda admiración sabiendo del desastre desde el que vienen, lo que han construido en 70 años es simplemente formidable.
Extraordinario y detallado relato del país que visitas. Por cierto, allí no hay tiendas vintage o de antiguedades ? Aunque sean asiáticas. Un abrazo de Javier, y a disfrutar mucho del viaje.
ResponderEliminarHe visto alguna, muy contada de la que hare cumplida cronica, pero muy poca cosa.... las ciudades son enormes y tiene que haber muchisimo material pero es complicado llegar a todos los rincones, abrazos
ResponderEliminarUn gran análisis y en tu estilo marca de la casa.
ResponderEliminarNo se si lo suficientemente justo con el país, que es excepcional... abrazos
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