martes, 20 de junio de 2023

DELICIAS MEDIEVALES

Me "encanta" la Feria Medieval de Zaragoza, de las "Tres culturas", que nada tienen que ver con la cultura musulmana, hebrea y cristiana, sino con la cultura del bocata, baratija y bisutería, que son los márgenes en los que se mueve el asunto. 

Coñas aparte, me parece maravilloso que bueno, se estimule la participación y esas buenas gentes que están ahí, a merced del sol zaragozano, se ganen su sueldo honestamente. Estuve admirando un baile medieval, con fondo de caja de ritmos (gran innovación templaria) y observar otras exquisiteces que, si bien no podían encontrarse en las aldeas fuera de la muralla defensiva, sí quizás pudieron ofrecerse en las plazas fortificadas de un algún castillo señorial con recursos y un noble culto y viajado a su cargo. Esos viajes allende los Pirineos en pos de gestas y batallas bien pudieron hacer llegar a nuestra milenaria ciudad el sampler, el amplificador o las Nike que lucía un apuesto y pizpireto paisano.

Como esa horchata valenciana sin gluten ni lactosa, especial para mancebos de delicadas ingestas, el calamar, la croqueta, la alita o el pulpito, pequeños jugueteos tabernarios paladeados entre hidromiel e hidromiel, la clásica camiseta de Mazinger Z o Camarón para lucir en torneos y gestas para solaz recreo de damas y chiquillería o en un baile juguetón en el que se quiere destacar. 

Y qué decir de los mayores éxitos de la gastronomía medieval, narrados en mil incunables y que hemos sabido mantener tras centurias, como la rica sangría de caballería, metáfora inequívoca de la sangre derramada por nuestros ancestros en lides sin fin y la poderosa paella a la madera de bosque virgen, elaborada con arroz traído de alguna expedición por la Ruta de la Seda, antes de que se descubriera, bien se conoce de la capacidad de conquista cultural de los maños más allá de Samarcanda. Todo ello jalonado de miles (y digo miles) de visitantes. Un viaje en el tiempo.







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