Espacios para la reflexión política en Budapest

Budapest es una ciudad con graves heridas y surcos en su piel. Del esplendor imperial cayó en una espiral de dos guerras, la última muy truculenta con una primera alianza con el Tercer Reich que viró en destrucción, destitución de la autoridad y exterminio en buena parte de la población judía autóctona y una triste y desastrosa gestión soviética de posguerra, con durísimos episodios de represión. No les fue mucho mejor después de los incidentes del 56, pero han sabido salir adelante.

Hay varios espacios en la ciudad que invitan a la visita, reflexión y lectura. Destaco la altísima calidad expositiva de los mismos. Modernas instalaciones muy bien diseñadas y pensadas. Sencillas de seguir, determinantes en los mensajes y claras en los conceptos.

El Museo del Terror es el más "turístico" de todos, aunque no por ello no deja de ser interesante. En pleno centro recorre la historia del terror político en sus varias plantas. Fantásticos planteamientos en el desarrollo expositivo, increíble el tanque sobre el producto aceitoso que simula como un terreno movedizo, el coche del dirigente comunista, las paredes de jabón o los terribles calabozos subterráneos de tortura, ejecución y prisión. La Sinagoga y el museo judío no se quedan atrás en profundidad e interés, pero mención aparte merece el Museo del Holocausto, más apartado y solitario, donde puede uno conocer perfectamente el posicionamiento judío en la ciudad antes de la guerra, el guetto, lo que ocurrió en el mismo y la posterior barbarie. Muy interesante el concepto Nazi-Húngaro, con ese símbolo de la cruz flechada, pone la piel de gallina los uniformes de los deportados a los campos o el solitario bote de Zyklón que preside una sala, desinfectante que empleaban en los campos de exterminio para gasear a los prisioneros. Muy interesante, bien mostrado, una visita dura, que invita a la reflexión.