domingo, 3 de febrero de 2013
El placer de los tesorillos
Hoy en día todo, todo se puede conseguir por Internet, es cuestión de sacar la tarjeta y tener colchón para cubrir el gasto. Pues ahora que eso es el día a día, todavía disfruto más de los mercadillos, el mirar, tocar texturas, el regateo en persona y el encuentro del pequeño tesoro. El disfrute, no tengo duda, no está en acumular, sino en la búsqueda y, por supuesto, el encuentro de una bonita pieza. Hoy iba paseando tranquilamente con el perro y, como todas las mañanas de domingo me doy un voltio por el Mercado de San Bruno, un diminuto mercadillo de pulgas ubicado detrás del ábside de la Catedral de La Seo. Siempre salen cositas, pero caras, es el mercado de más nivel de la ciudad. Pero hoy apareció un pequeño lote arqueológico Madelman dentro de una bolsa de cacahuetes, tal cual. Un explorador Safari y un Canadá, o lo que queda de ellos, con un par de botas, una aleta de hombre rana, cancana y ropas en muy buen estado. Sin piernas de rodillas para abajo pero con un par de manos completas y una cabeza en muy buen estado. 1 euro el lote de cacahuetes, muy sabrosos. Este tipo de encuentros son los que, a un humilde busca tesoros como servidor, le llenan de orgullo y satisfacción. (El casco de minero rojo ni idea, pero está majo).
¡Joer qué suerte!
ResponderEliminarHoy día encontrar algo valioso en un mercadillo es prácticamente imposible, y si aparece algo, el precio suele ser muy muy elevado.
Enhorabuena por las figuras con accesorios.
Eso es la magia del incansable arqueólogo, rasgar y rasgar hasta encontrar… Es una de las partes del coleccionismo que más me gustan. Lo aburrido es como dices, tirar de tarjeta…
ResponderEliminarNada Gog, es una tesorillo de medio pelo, pero me divierte encontrar estas piezas y darle caluroso hogar, sí señor.
ResponderEliminarTío Akela, tú sabes de lo que hablo, así es querido amigo.... la búsqueda y las pequeñas cosas son las que hacen de esto algo divertido. Abrazos