Como soy de esos seres extraños que aún dibuja a mano me encanta mantener en uso las gomas de borrar... mis preferidas siempre las enormes de Milán y las excelentes de Staedtler... falta la azul rarísima que guardo en uan caja pero que tendré que reponer inmediatemente a la acción. Hoy encontré esta preciosa 624 de nata con el celofán protector.
Nuetro nietos no sabrán nunca lo que es una goma de borrar y, por descontado, no podrán disfrutar del adictivo placer de oler una goma Milán de nata, vaya pena.
Que placer ese olor a nata inconfundible. Cada vez que cojo esa goma de milán y la olfateo, viajo de nuevo a los tiempos del colegio... Un abrazo de Javier
ResponderEliminarAsí es... son olores muy incorporados en la cabeza, abrazos!
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