A 200 kilómetros de Bremen se encuentra la bellísima localidad de Hamelin. La verdad que es para quitarse el sombrero como estas gentes, tras las enormes y devastadoras destrucciones sufridas, han rehecho todo un casco urbano medieval, utilizando exclusivamente materiales de época, madera, carpintería, tejados y estructuras, hasta dejarlo inmensamente bello.
La pequeña localidad vive intensamente relajada, llena de flores, detalles y colorido, es fascinante. El flautista es parte intrínseca y se puede ver en muchos muros de los edificios. Hay un muy interesante museo de la ciudad, de entrada libre, que contiene materiales muy interesantes. En el suelo de algunas calles pueden verse ratas en bronce incrustadas en el pavimento que recuerdan el recorrido que hizo el flautista, llevándose a los niños. La Rathouse, casa del exterminador de ratas, sigue en pié pese a su destrucción en la guerra, y mantiene las placas que recuerdan que, desde esa calle (la calle del silencio) se fue el flautista con todos los niños que jamás volvieron. Del campanario de la iglesia sale una bonita serie de autómatas con el vengativo músico a la cabeza. También te puedes encontrar al protagonista en la calle que re explicará, en un imposible alemán, todo lo acontecido.
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