Si vuelvo a Coimbra no tengo dudas, me alojaré en el Hotel Astoria. Un viaje en el tiempo a las películas de los años 50 y 60, donde la madera, los camareros con chaquetilla blanca, las cabinas telefónicas y las postales souvenir llenaban la vista y la experiencia como visitante.
Mil gracias a la amabilísima recepcionista que me dejó entrar hasta la cocina.
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