Es el monumeno soviético mas grande e importante que existe en Alemania, definitivamente impactante, en un estado de conservación digno de elogio, respetado hasta en el último sillar de la última pared.
En la zona central descansan 7.000 soldados del Ejército Soviético (de los 80.000 que cayeron en la batalla de Berlín) y el monumento es en su honor, dentro de una obra que duró 3 años terminada la Segunda Guerra Mundial. Dispone de 100.000 metros cuadrados, mucho de ellos robustecidos con granito, no hay nada soviético más grande en toda Europa Occidental. Se ha utilizado en diversas ocasiones para juntar a alemanes y rusos en actos por defensa de la libertad, honrar a los caídos y lanzar mensajes de unidad y respeto. Todos los elementos conceptuales que lo integran están en perfecto estado de revista.
Las piezas de granito rojo utilizan mármol extraído de la demolida Cancillería del Reich. Dos impresionantes figuras en bronce de soldados arrodillados armados con ametralladoras (uno joven y otro más maduro) nos reciben antes de entrar en el área más noble. Ésta zona central está flanqueada por 16 sarcófagos que simbolizan las 16 repúblicas soviéticas con citas de Stalin en ruso a la izquierda y en alemán a la derecha. Cada uno de estos elementos tiene un relato histórico de la narrativa soviética.
Presidiendo todo este espacio faraónico se encuentra una gran figura central de un soldado que protege a una niña y levanta una espada mientras pisotea la esvástica. Está ubicada encima de un pabellón copulado que integra un impresionante mosaico, todo ello encima de una colina. A este tipo de monumentos en la cultura eslava se les llama "Kurgan" y fueron muy utilizados por los soviéticos en diversos emplazamientos.
Un lugar indispenable de visitar en Berlín para cualquier amante de la historia, y de Europa. También un ejemplo admirable de respeto hacia los acontecimientos y a la memoria. Es mejor matener algo y saber explicarlo, ponerlo en su contexto y darle el relato maduro y adecuado, que tirar de excavadora. Estoy seguro en nuestro país los sarcófagos de Stalin hubieran sido derribados, la hoz y el martillo eliminada del bajorrelieve privando a las nuevas generaciones de un interesante e indispensable relato sobre la historia de Europa que no debe olvidarse y que, desgraciadamente, resulta actualmente de importancia capital.
Poder visitar este monumento en soledad bajo una lluvia fina es impresionante, sentarse en un recoveco y entender lo ocurrido y el momento en el que estamos invita a reflexionar.
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