Debido a la enorme crecida del nivel del mar no pudimos acceder a unas zonas urbanas de Copenhague en un divertido bote.... los amables conductores nos quisieron compensar navegando por zonas no habituales, menos patrimoniales pero sí más vivenciales. Pudimos ver como la gente ha reconvertido barcos, barcas, viejos pesqueros, extraños habitáculos (alucinante el exágono marciano) o espacios complejos al lado del mar en la búsqueda de metro cuadrado en la carísima urbe. Hasta en estos espacios hay respeto al espacio, la limpieza y el entorno. Mención aparte una estupenda urbanización de pisos con canal interior que imagino, tendrá sus ventajas y complejidades pero que que, a bote pronto, da una sensación excelente.
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