Este garage es uno de los más bonitos que conserva la ciudad. Según me ha dicho fue una antigua fábrica de chocolates y tiene esa enorme cuesta abajo tan poco frecuente. Desconozco su año de origen, pero en el interior aún guarda ciertos detalles de su veteranía, como las paredes de lavado con baldosas verdes. La fachada es auténtica y con gracia.
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