Seguimos saliendo en los periódicos de medios mundo gracias a nuestras depuradas técnicas de conservación y recuperación del patrimonio. En este caso la desastrosa restauración (jamás vi nada igual ni siquiera en el XVIII) del Castillo de Matrera en Cádiz. Me encantaría saber que albañil (en la Edad Media por lo menos eras artesanos avezados) se ha encargado de este crimen (por descontado no tiene la culpa el ponedor de ladrillos), realizado a un edificio catalogado. Pero no nos engañemos, en este país de pandereta, litrona y gran hermano ser un edificio catalogado es poco menos que nada. Ya hace más de un siglo se valora (en el resto de Europa) no solo el bien, también el entorno y, por descontado, la historia. En España no, aquí seguimos en el desastre.
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