La verdad es que me lo he pasado fenomenal, primero porque he podido saludar a unos cuantos conocidos y, además, porque hay nuevos participantes y material divertido. Los clásicos están cada uno en su sitio y es un placer volver a hablar con ellos de las cosas bonitas del coleccionismo, interesantes materiales que muestran los nutridos almacenes y brutales colecciones que esconden sus representativos puestos.
A primera hora los más avispados extrajeron el néctar codiciado, como es habitual, incluso entre los propios vendedores se produjeron los clásicos cambalaches, es la ley de la selva coleccionisa. Pese a todo, muy buen rato y precios aceptables.
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