En una vieja zona industrial de Milano, que está siendo reconvertida en algo diferente, se encuentra la Fundación Prada. Cuesta llegar a este espacio, está alejado y en territorio inhóspito pero merece muchísimo la pena por la alta calidad de las exposiciones de la marca Prada y, sobre todo (era mi objetivo) por conocer el Bar Luce, un proyecto realizado con exquisitez por el cineasta Wes Anderson para los italianos.
Es una delicia hacer un viaje a una cafetería de los años 50, una maravilla. Todo está pensado, cuidado, ajustado, como el amigo Anderson sabe hacer. Además está perfectamente operativo, excepto los pinballs (no dejan usarlos), y se puede comer comida ligera, liviana, un aperitivo o un buen café. Aledaña se encuentra una sofisticada y exclusiva tienda de merchandising Prada, muy bonita sobria y acertada.
Un espacio maravilloso que nunca olvidaré.
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