Supermaño, todo un personaje del señor Calvo, al que aprecio. Recuerda muchas veces a aquel Agamenón tremendo pero limpio y básico en sus saberes y quehaceres, en este caso el aragonés es más profundo y reflexivo, tosco como un mula vieja pero sabio en su risa de lija del siete. Honesto, transparente, justo y noble.
Hasta Supermaño y su querida oveja ven, con total clarividencia, el panorama de acoso y derribo en el que transcurrimos y saben, con la sencillez de su viñeta, trasladar un mensaje de peso y calado. Parece amable y nos saca una sonrisa con ese "troco troco" pero llega profundo y al alma.
Las tiras de humor gráfico son termómetro y acicate de los más ladinos, su mirada limpia no deja de ser, por ello, menos concisa. Al final puede ser un discurso de opinión y crítica periodística de primera división ante el poder político.
Hoy, en Heraldo de Aragón, un periódico claramente "fascista", je.
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