Siempre me ha encantado American Pickers. Es un reality show, con un robusto guión detrás y continuo esfuerzo por hacer natural algo completamente preparado. Los norteamericanos son expertos en hacer estas cosas bien y lo consiguen.
Desde 2009 lleva esta gente recorriendo los Estados Unidos con ese forzado buenrrollismo “que Dios te bendiga” allá donde lanzan sus colmillos. Desconozco hasta donde hay verdad en los orígenes coleccionistas de esta gente, algo de realidad habrá detrás, pero nunca hay que perder el norte, es un reality show.
Como me pasa con Drew Pritchard, dejo de lado ese enorme egocentrismo nacional que muestra tanto el de Gales como los de Iowa y me concentro en el desfile de ítems, los apuntes históricos, las tendencias y esos mundos enfermos de los enormes acaparadores escondidos en los acres que surgen tras las carreteras secundarias.
Creo que, dejando de lado las mil y una situaciones buenistas, se abren mundos interesantes al ver American Pickers, y se adquiere conocimiento. A todo ello le añaden un ritmo adecuado, humor, sensación de que estás olfateando un granero a su lado y siempre, un final feliz que satisface el estómago del entretenimiento.
Me rechina completamente el papel de Danielle, me resulta postiza, pelota y más falsa que un billete de 4 euros, no creo que sea un asunto de guión, simplemente quiere crecer en protagonismo y lo ha conseguido. Los roles están bien trabajados. Mike es la pasión, la amistad, el buen rollo, la empatía, el abrazo y el come orejas mostrador de interés. Me gusta más el papel de Frank. Es interesado, cicatero, gestiona peor la relación, soltero, egoísta y coleccionista compulsivo. Ha ido adquiriendo protagonismo Robbie, hermano de Mike, que en definitiva es productor ejecutivo de la serie y quien controla el business.
Pero no todo es Disneylandia en el entertainment de LeClaire. Frank Fritz ha tenido graves problemas de salud, creo que una cirugía de espalda, la enfermedad de Crohn, incluso un derrame cerebral, han sacado de la ensalada al brutal coleccionista de juguetes, una pena. Parece ser, no tengo datos concretos, que todo sigue adelante y el señor Fritz ya no volverá la furgoneta, tampoco las cosas han quedado bonitas con alguna declaración poco agradable y el silencio inteligente de Wolfe, un final habitual en el mundo de la televisión tras 15 años de entregas de óxído y polvo.
Uno de mis objetivos es visitar esa tienda de Nashville convertida en un icono de la televisión. He visto el merchandising a la venta y Wolf está presente, pero nada de Fritz, una pena. Ojalá el coleccionista de Davenport, aún muy joven, mejore su salud y salga adelante. Desde aquí un cariñoso recuerdo.
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