jueves, 12 de septiembre de 2013

A César Augusto le dan una mano

De pintura. Le han dado una mano de pintura como quien se la da a una farola de la calle Alfonso. Yo no entiendo nada. Esta escultura, una copia del molde original y donada por Benito Mussolini a la ciudad hace ya más de 70 años debería lucir con la patina de una pieza de su antigüedad, limpia y pulcra, pero demostrando su valor en el tiempo. Ponerle una capa de pintura de estas características me irrita profundamente, me da la sensación que se le ha tratado como a una papelera, un kiosko o un farolillo... y no habrá mala voluntad detrás, si ignorancia. Y este tipo, un crack duro e implacable, merece el caché y la imagen clásica que representa, nada más y nada menos que la del fundador de la ciudad.



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