Los comercios de Lisboa son decadentes pero a la vez maravillosos, botones, ruedas de carro, lana a peso, chatos de vino, fruta fresca, flores, parafernalia militar, carteles y cartelitos... todo en un gran conjunto de despropósitos... la España de los 50. Eso sí, conservan una patrimonio estético envidiable, será por falta de economía o por lo que sea, pero se ven pocos Mercadonas o ninguno y el que menos tiene una tiendecilla para ganarse la vida o remendar zapatos.
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