Qué película tan especial es ésta, con un duelo memorable entre dos tremendos iconos, Orson Wells en esplendor y Edward G. Robinson haciendo, extrañamente, de una caza nazis de libro. Película narrada con sabiduría, interpretada con arte y finiquitada admirablemente, como si de El monstruo de Frankenstein se tratara, de hecho ese final lo rememora. Soberbio Wells, increíble el momento en que su preciso plan es desbaratado, sensacional el asunto relojero, la escalera interminable o el complejo y enfermizo pueblo. Gran cine, barato, accesible y magistral.
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