Todo centro de recreo imperial de la Revolución Industrial merece una buena zona de apoyo en instalaciones, palacetes, casino, balnearios y, como no, una estación de tren digna del XIX. La de Sinaia vivió tiempos mejores, la factoría brutal cercana se nota que trastocó un poco su objetivo de recreo y turimo y poco esplendor decimonónico conserva, pero sí detalles.
Tiene un museo de maquetas de tren, que estaba cerrado por descanso semanal, pero en su exterior podían admirarse una soberbia máquina de vapor y un fantástico coche con ruedas para raíles, rarísimos de ver y muy propios de las zonas balcánicas y de la Europa central.
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