Tres años antes de Taxi Driver, un jovencísimo Scorsese dirigía esta pieza maestra del cine. Unos novatos Harvey Keitel y Robert de Niro otorgan máxima credibilidad a sus papeles. Es sorprendente comprobar la vigencia y modernidad de esta cinta que permanece fresca como una merluza de el Corte Inglés. También estupendo poder masticar un Scorsese tan limpio y mínimo, en un universo reducido a dos calles, un par de clubes y 15 personajes, tan alejado del extremo y grandilocuente barroquismo actual y lleno de sus referencias obligatorias.
Comprueben ustedes qué intensidad:
Comprueben ustedes qué intensidad:
Un uso de la música que ha creado escuela en todos los directores actuales, manejo de la cámara vanguardista, utilización de la luces y los claroscuros con sabiduría... y, sobre todo, un Johnny Boy (De Niro), que, haciendo de secundario, directamente devora la cámara.
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