Nosferatu, la peli de Murnau de 1921, es una de mis películas preferidas. Expresionismo alemán del bueno, del que deja huella. Sabidos son los muchos problemas que tuvo el cineasta con los herederos de Stoker por el tema de derechos y cómo tuvo que innovar con localizaciones y relato. Drácula era Nosferatu, Inglaterra era Wisborg, y el Conde, el Conde Orlok.
En Lübeck, la bonita localidad cercana a Hamburgo, es donde se encuentran una de las estampas más características de la cinta y que para todo el mundo pasan desapercibidas con ese contenido, ya que en ningún lado pone que forman parte del legado de la historia del cine.
Son unos viejos almacenes de sal, que en su momento estaban abandonados y que sirvieron como alojamiento de Nosferatu en Wisborg, ficticia ciudad portuaria donde llegaba el no muerto con su plagas de ratas y féretro al hombro. Siempre me impresionó esa arquitectura y, en directo, todavía me resulta más interesante y lúgubre, además de bella y ordenada.
Hoy es una de las estampas de la ciudad, pero mucha gente no sabe, que tras los cristales de uno de sus ventanales, está la inolvidable figura de Nosferatu.
2 comentarios:
Impresionante.
Un lugar fascinante sin duda, saludos
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