Un auténtico descubrimiento para este ignorante aprendiz de la música clásica. La mezcla siempre es enriquecedora y creativa.... y meter la inyección del maestro relojero preciosista Maurice Ravel en el batiburrilo del jazz de Mezquida, Meléndez y Tobías, es un acierto completo.
Una delicia exquisita a un precio insultante. Broche invisible a unas fiestas prescindibles y totalmente olvidables.
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