Por fin un palacio de verdad, parado en el tiempo, sin trampas ni aderezos. Nada de maqueos, pátinas honestas de un palacio vivido. Los Príncipes de Mirto no tuvieron descendencia, y el legado cayó en manos de una familiar que, a su muerte, lo lego a las instituciones. Éstas, al recibir el legado en los años 70 y no disponer de dinero para su recuperación le echan el cerrojo al inmueble que permanece parado en el tiempo hasta hace unos pocos años, que tras paso de plumero y poco más, abre sus puertas al público.... viejos retraros, un espléndido Ribera sorprendente, estancias llenas de vida y de lujos insuperables. Hicimos la visita solos mientras los ríos de turistas andaban por otras latitudes.
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