Esta jarrita para vino es lo único que me he traído de tierras griegas. Es tradición beber el vino, fresquito, en jarras que emulan las viejas vasijas griegas de cobre, por lo menso en la isla de Creta. Mantienen fresco y agradable el buen vino casero que sirven, en diversas propuestas centilitreras, en tabernas y bares. Su simplicidad la hace memorable, su practicidad envidiable y su belleza, comprable.
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