Me pasa mi hermano un vídeo que circula por youtube que ha hecho un coleccionista. En él habla sobre lo que puede pasar con la colección de uno cuando se vaya al otro barrio. El vídeo me parece bastante superficial y poco profundo, creo que muestra las cosas desde un punto de vista muy materialista y algo, con perdón, simplista.
Como dice Mike Wolfe en alguno de sus mejores momentos televisivos, "las cosas que nos inspiran de pequeños nos acompañan toda la vida". Generalmente las colecciones que hacemos, por lo menos en mi caso, nacen de épocas muy jóvenes, infantiles, en las que uno descubre el mundo y diversos universos llenos de emoción. Las huellas que dejan esos objetos y esas sensaciones nos llenaron de inmensa felicidad y coleccionando objetos inspiradores de ese tipo intentamos alcanzar y revivir esos momentos tan maravillosos y atesorar algunos nuevos que, en su momento, nos fue imposible paladear. Se trata de vivir y de ser, más que de tener. También se trata de buscar más que de conseguir, porque el abanico es inmenso e inabarcable, hay que tener, en mi opinión, la templanza y sabiduría de disfrutar de todo lo que inspira pero, por lo menos en mi caso, adquirir o conseguir las cosas necesarias, más que nada porque en el tener no está el disfrute, el espacio limitado y todo vale mucha pasta.
De ésto ya hemos hablado en alguna ocasión.
Y la vida de cada uno es de cada cual, y sus vivencias únicas e irrepetibles. Puedes compartirlas con gentes de tu generación o personas muy cercanas, pero no es lo habitual, es imposible que lo que a ti te vuelve loco inspire igualmente a otros, más que nada porque la vivencia es tuya, individual, y nadie sabe entenderla, sólo los que comparten tu bendita locura. A mi el SEAT 124 LS me fascina, pero es a mi y a cuatro chiflados más, por nuestras vivencias únicas y añoradas.... ¿a tu hijo qué le importa ese coche a no ser que lo hayas llevado de paseo con él todos los fines de semana?
Un día hablando con un querido amigo, un tipo con un gusto exquisito, gran sabiduría y cultura y con una colección que quita el hipo, ecléctica y formidable, le pregunté si había pensado alguna vez qué iba a pasar con todas sus maravillas cuando él no estuviera. Su respuesta me pareció igualmente formidable. Me dijo que le daba igual lo que pasara cuando él no estuviera, pero que la vida es única e irrepetible y que no tenía ninguna intención de dejar de jugar, buscar, divertirse, aprender de objetos, lugares y vivencias. La verdad es que pienso igual. Sigue con su colección, sigue con su eterna búsqueda.
Hace unos días hablando con avezados coleccionistas, ya muy mayores, les decía "no cambiés", no dejéis de coleccionar, de jugar y divertiros, de compartir y hablar con vuestro amigos coleccionistas, de viajar a mercadillos y rastros, de buscar la pieza soñada.... por favor, no dejéis de ser niños. Verles algún domingo sus ojos a alguno de ellos, que brincan los setenta, me resulta fantástico. Porque el día que uno deja de tener curiosidad, hambre por ir a un concierto, a un mercadillo, a visitar una ciudad o ver algo nuevo, ese día uno es cuando verdaderamente está en proceso de desaparición y muerte experiencial. Algunas personas a tu alrededor te miran raro y llaman mierdas a las cosas, o tonterías.... qué pena, qué pena me dan, no saben lo que se pierden al no estar en el club de los elegidos que saben todavía disfrutar de un buen tebeo, estas personas no alcanzan a ver más que un trasto que ocupa sitio.
¿Qué importa lo que pase con la colección? Ni que fueran Rembrandts, sólo son cosas a las que nosotros damos mucho más valor que los demás. No está mal, me parece lo más digno y generoso, si uno dispone de piezas valiosas con mercado, dejarle a tu gente una lista, ordenada y pulcra, con las cosas que pueden hacer feliz a otros o de las que se puede sacar algún dinero para que la parienta, los hijos o quien sea, se den una homenaje a nuestra salud. Somos depositarios eventuales de cosas, no propietarios, nuestra satisfacción es conseguir que objetos, con importancia cultural y que aportan valor, no acaben en la quema pero sin hipotecar a los demás con basura infame.
El grueso de mi colección me acompaña hace años y, más con los precios que hay con la catársis Internet, apenas ha crecido en la mayoría de sus puntos, incluso ha decrecido. Pero no renuncio a la diversión. Sí creo en centrar el tiro y los nichos que a uno le hacen feliz, porque todo es maravilloso y el mundo está lleno de cosas excelentes, pero prefiero ser más selectivo y desprenderme de cosas que ya me han acompañado un tiempo y creo que pueden hacer feliz a otros. Pero a lo que me gusta jamás renunciaré, seguiré buscando y comprando de forma comedida, divertida, casi solazándome más del viaje al mercadillo que de salir con una bolsa repleta. Nada de buffet libre, el paladar está maduro, mejor un vino bueno y una tapa selecta.
Son reflexiones, quizás, de un coleccionista modesto y ya algo mayor. Nada que ver con uno más joven que seguro que está en pleno crescendo y que tiene la obligación de comerse el lineal.
Un par de buenos amigos, ya muy mayores, formidables coleccionistas, fallecieron meses atrás... con las botas puestas y el álbum lleno, como Gil Pato bañándose en las monedas de su fortaleza. Se habían quitado alguna cosa, quizás comprada en un momento de debilidad, y a la que no tenían gran apego, pero lo chachi, lo que les hacía sonreir cada mañana, me consta, sigue en las vitrinas y en las paredes. Y no hace mucho, cada uno de ellos, me hizo pasar un fantástico momento contándome historias increíbles que me encanta escuchar, más que nada para que no se pierdan. Una parte de ellos sigue allí.
Mi pequeña colección me acompañará siempre, ni la venderé ni la regalaré. Sí la catalogaré, de forma humilde, no porque algo pueda acabar en la basura si no para evitar que alguna pieza, que aporta valor y pueda hacer feliz a alguien no tenga la oportunidad de conseguir un hogar estupendo. Un coleccionista muere con las botas puestas y en el escenario, con el Madelman en el regazo y el Mortadelo en la mesilla. Pero no pienso perder ni un segundo pensando en el lunes que viene cuando todavía estamos a jueves.
El domingo doble rastro, nos vemos allí.
10 comentarios:
Sabias palabras Antonio. Que mas nos da lo que hagan con nuestras joyitas, el día que nos marchemos al otro barrio. Disfrutemos cada minuto, mientras tanto, de nuestros queridos tesoros...Abrazo fuerte de Javier.
Eso es, un abrazo
Mi padre coleccionó hasta que su mente naufragó, yo voy rumbo a los 65 y llevo el mismo camino, él fue feliz y sin saberlo me inculcó a mi su forma de vida. Disfruto con mis paseos por los rastros y sobre todo en mi leonera, rodeado de objetos que me traen gratos recuerdos. Cuando ya no esté que más da lo que ocurra, soy feliz ahora. Sabia reflexión la que has realizado Antonio, yo también vi un poco de ese video que comentas y me pareció muy materialista. Disfruta, un abrazo.
Me alegra que compartas opinión amigo, recibe un abrazo
Recordarás la exposición que hubo en el Pablo Serrano, “El Objeto de la Memoria”, de Vicente García Plana. Recopilaba miles de pequeños objetos, clasificados, pero lo que más me gustó fueron unas vitrinas con objetos cotidianos de sus padres y abuelos (una navaja, carnets de prensa, licencias, ...) . Justo ahí, recuerdo que había una estimación de cuánto se conservaban los objetos una vez fallecido el propietario. La respuesta era, creo recordar, que casi nunca superaban una generación, y menos si hay mudanza por medio. Mi madre me dijo una vez que no recordaba el nombre del caballo de su padre, y que ya no quedaba nadie vivo para recordárselo. Mi hija no sabe siquiera que su bisabuelo conducía un carro (puede que se lo haya contado, puede que no). Pretender alargar nuestra memoria es un acto de soberbia, porque lo que nos importa a nosotros, tal vez importe a nuestros hijos, pero dejará de ser importante para quien no nos haya conocido, porque simplemente nunca habrá existido. No es un mensaje negativo, es una llamada a disfrutar del presente. Si pensamos todo en términos de trascendencia, todo es inútil, carece de importancia. Pero si algo nos hace felices hoy, eso nos convierte en unos privilegiados.
Magnífica reflexión Jesús..... ya sabes que soy un gran fan de una película que se llama "Todo está iluminado"... trata sobre un chico judío que es el que atesora los "objetos familiares" y hace un viaje iniciático a Ucrania en busca de más vínculos..... yo soy un poco así.... y soy el Safran de mi familia.... porque una cosa son los objetos de colección y otro los objetos familiares, los primeros son propios, individuales, tu mundo, los segundos tienen un fin y es conservar la memoria de las personas que han sido tan queridas, porque sin esos objetos, muchas veces, dejan de existir, desaparece su "alma".... ese cuadro que pintó la abuela, aquella cartera que llevo tu bisabuelo en la guerra, la llave que habría un portón de la vieja casa del pueblo.... mi mujer, una chica que tiene poquito de coleccionista se empeñó (con inteligencia y corazón) en trarse un viejo ventanuco hecho a mano de una casa de un pueblito donde ella se somaba para ver la iglesia.... ese ventanuco es un vínculo con sus abuelos y con aquellos momentos que le hicieron tan feli, no es un objeto de colección, es un interruptor que hace que esas personas permanezcan vivas..... las colecciones, en mi opinión, son otra cosa.,... son hedonitas y llenas de juego..... un abrazo y gracias por tu reflexión....
Totalmente de acuerdo, cada colección es de su coleccionista y le da el valor, sentimental más que pecuniario, que subjetivamente le confiere.
Mi colección es para usarla, jugarla, manosearla. Y mi familia tiene carta blanca para hacer lo que considere oportuno cuando la espiche, y si no la malvenden y se sacan unas perras pues mejor para ellos.
Da mucho que pensar tu reflexión, amigo Saz. Lo de catalogar tus posesiones y hacer "testamento" para que sigan siendo disfrutadas por quien las pueda apreciar es una idea que me ronda hace tiempo por la cabeza.
Y siempre queda la de mi primo, ávido coleccionista de libros y rastrero de pro que dice ¿en broma? que apilen todos sus libros, le tumben encima y le prendan fuego cual funeral vikingo.
Abrazos
Pues amen amigo Héctor…. Que se den un atracón, jaja, abrazos
Ojo al momento vikingo Guti que mola….. ser quemado en el río Ebro en una balsa de Madelman rodeada de mortadelos?, no suena mal, jajaja, abrazos que estamos muy bien!
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