Ir a Memphis y no ir a ver Graceland puede resultar casi un sacrilegio, pero el caro (a mi entender) precio del ticket casi me echó para atrás. Para los fans (innumerables, entrados en años y con buen bolsillo) resulta una ganga, tal es así que tienen pases con derecho a comida, pernoctación, y todo tipo de fruslerías extras a modo del mejor marketing de cualquier tour de nivel de un músico actual. Una máquina de hacer dinero de primera división.
El negocio montado alrededor de Elvis en Memphis es impresionante y su importancia para la ciudad yo diría que definitiva. Sin Elvis la ciudad yo creo que se hunde. Más que visitar una villa o una casa yo lo encuadraría en la categoría de parque temático, que lo es. Va mucho más allá de visitar su casa, lo montado en este recinto es monumental y lo más brutal que yo he visto alrededor de cualquier persona-personaje del planeta (Paul Mcartney flipó en su visita privada). No hay artista que yo conozca, pintor, músico, actor, que tenga semejante despliegue alrededor de su figura, de hecho hacen falta varias horas para poder ver tanto material.
Elvis utilizó la casa hasta su muerte, durante unos 20 años. Pero fue su ex-mujer, Priscilla, la que le dio el tono de atracción turística, salvándola de la desaparición. Más de medio millón de personas la visitan al año y es la segunda casa más visitada del país, tras la Casa Blanca. Presley la compró para sus padres, de hecho ellos habitaban la planta baja, visitable, mientras él vivía en la parte superior. Se llama Graceland por el nombre de la hija de su primer propietario, Toof, que se llamaba Grace. Dentro está la tumba de Elvis y de sus familiares, padre, madre, abuela, su hermano gemelo muerto al nacer y de Lisa Marie, su hija y su nieto. Como intentaron robar su cuerpo en su momento sus restos los trasladaron aquí.
Hoy en día está ubicada en una zona que está bastante degradada y es aconsejable ir con un taxi, aunque servidor fue en un par de autobuses porque quería parar a medio camino a otro tema. El transporte público urbano no es fácil y a veces te sientes en una parada como en medio de la nada, además de que su cadencia es infame. Los americanos el transporte público ni lo usan ni lo cuidan, ni lo entienden. Además, siempre rodeado por la flor y nata de la ciudad, je, pero bueno, resultó toda una experiencia. La vuelta en taxi por 15$ al centro es lo mejor.
Llegas y pasas por taquilla, bastante gente un martes de mayo, imaginen ustedes en vacaciones. Organización milimétrica y factoría de turistas. Subes a un pequeño autobús de unas 20 personas y te llevan a la mansión, así controlan flujos de manera rigurosa. Allí todo coordinado, algunos llevan un guía que les explica las cosas pormenorizadamente y que mueve con pereza a los turistas que, generalmente, tienen un gran sobrepeso y les cuesta mucho bajar a la planta menos uno y moverse por la casa. A ti te dan una tablet con cascos para que te busques la vida, yo pasé de la tablet olímpicamente.
La "mansión" me sorprendió por no ser especialmente ostentosa, dicha sea la cosa. En la planta baja la decoración de los años 60 impera, el buen gusto escasea, y se nota que está diseñada con lujo pero con no especial buen acierto, mucho dorado y algo de falta de estilo, pero Elvis ya se sabe, no era el rey del diseño. En la planta baja un salón comedor, una sala interesante de música, con piano, la escalera, las fotos familiares, y la habitación dedicada a Hawaii (su preferida) que mola bastante y dispone de algunas piezas muy chulas. Todo un poco de nuevo rico. Una cocina muy de entonces completa el perímetro. En la planta inferior un salón amarillo imposible, con tres televisiones, como los presidentes americanos, una sala de juegos, con billar y demás, axfisiante. Todo muy cargado, muy denso e intenso. La planta superior no es visitable porque la sigue utilizando la familia para reuniones y porque el rey murió en el cuarto de baño de dicha planta, prefieren dejarla al margen. Sí diré que, pese a su discutible diseño, me resultó una casa habitable, vivible y acogedora. Sales al exterior y se notan los buenos acres, con caballos y un casa que contiene una galería de tiro, un despacho con cosillas interesantes. La pista cubierta de squash mola mucho, con el pinball y alguna herramienta de gimnasio, a continuación ya a la piscina, muy sencilla la verdad y el jardín donde están todos enterrados, chocante esta dicotomía pool-cemetery, cosas de Priscilla.
2 comentarios:
Buen reportaje, la estatua de Jesucristo con los brazos en cruz ... horrible.
Ya comentaba que el buen gusto no es una de las virtudes de la saga Presley, jeje. Abrazos
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