Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues estos edificios, con sus viejas heridas lo dicen todo con sólo verlos. Han intentado dinamitarlos por el incontable cambio en los locales y en la calidad de sus continuas reestructuraciones. Los rótulos, decadentes y de viejo plástico tampoco han ayudado, pero queda la sensacional caja de la vieja arquitectura del último XIX y el loco eclecticismo de principios del XX.
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