Un poco de Woody es mucho porque Woody es un grande del cine, de los de verdad. Para mi gusto no está en el catálogo de las mejores películas de Allen, para nada, pero ojo, no nos equivoquemos, una peli flojita del director está a años luz del 80% de las películas de otros muchos. La idea es muy divertida y juguetona y anda dentro de la temática que tanto le gusta ultimamente, magia, transcendencia, racionalidad, ser engañado pero feliz versus ser consciente y un jodido desgraciado.
Colin Firth (más british imposible), como siempre, solvente al máximo, fantástico en V.O. y rodeado de unos secundarios magníficos, elegidos con cuidado, como esa tía maravillosa o ese novio enfundado en un traje de tenis de los 20 ukelele en mano da presencia al alter ego de Allen, infeliz, racional, malhumorado, egocéntrico y lleno de intelectualidad. Es divertido ver como salen de la boca de Firth las palabras que hace 30 años hubieran salido de la de Allen, tal cual.
La historia es agradabñe y quizás no da para tanto como un largometraje. Se estira en exceso decayendo bastante a mitad de cinta, menos mal que el repunte final con esa más que brillante conversación entre sobrino y tía la deja ahí, en lo alto, es como sainete victoriano.
Siempre es un placer el encuentro anual con el neoyorquino, aunque sea con una de sus películas mas ligeras y menores. Un pequeño divertimento de un auténtico cineasta.
2 comentarios:
No puedo estar más de acuerdo. :)
Me alegro dear. Abrazos
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