Me encanta cómo trabaja la marca la Cerveza Moritz. Se creo a mediados del XIX y se relanzó en 2004, con cuidada imagen y marketing esmerado, siempre intentando darle un guiño a lo retro. Es mítica su escudería vehicular perfectamente equilibrada y que he visto en algún salón de vehículos. Debe merecer mucho la pena visitar la Fábrica Moritz de Barcelona, perfectamente rescatada como arquitectura industrial del XIX, o el Bar Velódromo de la Calle Muntaner, también sacado del túnel del tiempo con afán artesano (qué envidia). Encontré esta bonita placa impecable en el rastro tarraconense a un precio ridículo, obviamente se viene a la colección aunque sea de nuevo cuño.
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