No voy a hacer una valoración sobre un nuevo concierto de KISS, no soy objetivo. Acudimos a Barcelona con todo el cariño de quien bien sabe que estamos antes los últimos coletazos de nuestra querida banda y como si actuara la familia, así que poco valor pueden tener estas palabras.
Si diré que me parece curioso el cambio radical que ha supuesto ver un nuevo público en conciertos de la banda americana. Pocos heavys de siempre, muchas señoras/señoritas, muchos jóvenes en busca de una nueva experiencia y muchas familias. KISS saben que hay que buscar nuevos nichos de mercado, aplanan el set-list, haciéndolo muy comercial y "cantable", nada comprometido, sabiendo que tocan por primera vez delante de gente que jamás los vio.... y eso a los viejos fans nos deja algo fríos.
KISS tiene como varios marcadores de calidad, Simmons y Singer siguen dándolo todo, están muy válidos en escena, pero hay dos piezas, Stanley, casi sin voz y muy mermado en movimientos, y un inoperante Tommy Thayer, lead-guitar sin alma ni oficio que, como siempre, se pasea por el escenario sin desprender nada, ni comunicar, ni entenderse con el público.... además, no tiene rock en sus venas, no tiene ni la pasión ni el talento necesarios, y es una gran rémora para la banda, una pena.... será buena persona, pero no sabe tocar el violín.
Ocasión muy memorable por haber sido compartida entre hermanos e hijos, los 4 al pié del cañón, gran disfrute de los kids. Cómodos espacios seleccionados, gente conocida en las gradas con 3/4 de aforo de una ciudad algo alejada de lo rockero, como es Barcelona, pero siempre amable con el visitante. Bonita sudadera a la buchaca y algo de dolor en la espalda, aún espera Madrid.
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