martes, 15 de septiembre de 2015

La excelencia de una partida de póker

Desde que tengo uso de razón en nuestra familia hemos sido unos grandes usuarios de los juegos de mesa. El juego de mesa, el de siempre (Monopoly, Palé, El Cluedo, Parchís, etc...) es un instrumento fantástico para el crecimiento y  la madurez creativa e interactiva de los chavales. Nada tiene que ver jugar contra una máquina, con soluciones brutales pero dentro de estándares, a la interacción humana, con amigos, menos amigos o conocidos.

Viejos juegos de mesa, qué bonitos.... Subasta, Metropoly, Vuelo 747, La Caza, Juegos Reunidos Geyper, Ajedrez, el grandioso Monopoly, Hero-Quest, Cluedo, El Chino, una sencilla Oca, La Fuha de Colditz, Cry-Havoc, Trivial, ... manejar millones en tus manos, construir imperios, derrumbarlos, dados, dados y más dados...

En el juego de mesa el individuo desarrolla sus cualidades y muestra sus miserias. El arrojado siempre va más allá, el prudente achica espacios.... cada uno, como si fuera un taller creativo viviente asume su sombrero de color, su rol, no hay participante igual a otro, todos ellos combinados crean un clima único e irrepetible.

El juego es un parte importante y básica en el crecimiento de la persona... a través de las normas, la rotura de las mismas, del proceso de enfrentamiento o colaboración simulado con el rival, se consiguen herramientas intuitivas, se conocen las goteras de uno y, por supuesto, las virtudes que se atesoran.

Además, si como en mi caso, tienes la suerte de jugar desde siempre con queridos amigos (con los que has pasado por todas las etapas del juego de mesa) el vínculo que se crea, el conocimiento del compañero (que no rival) es tan grande que surge la amistad y el aprecio grabado a fuego.

El juego, a través del tiempo y de manera natural va haciendo, como la selección natural, una criba de personas y participantes... por filias, fobias, distorsiones, comodidades... de forma flexible y dinámica unos aparecen, otros vuelan, unos chirrían, otros engranan a la perfección. Da igual estatus, profesiones, títulos académicos, fuerza bruta, nómina.... delante del tablero todos somos lo que somos, se quedan fuera los añadidos y cada cual sólo es cada cual.

Un juego de aventuras puede crear compañeros inseparables o enemigos acérrimos, luego en la vida curiosamente las cosas no son tan distintas.... sí en la amistad, pero el enemigo de tablero(que no es enemigo sino rival) simplemente se convierte en una persona con la que no suele haber tanta química, poco más, al final todos amigos. 

Casi 45 años de juego de mesa mucho me han enseñado, sobre todo a ver perfiles. El enciclopédico, el creativo, el irresponsable, el alegal, el noble, el humilde, el reflexivo, el tímido, el simpático, el ruidoso, el silencioso, el optimista, el negativo.... tantos y tantos roles, qué divertido y qué valioso para saber un poquito de la psicología humana y de como somos en bonanza o en tormenta.

Ahora, ya con pocas horas y muchas obligaciones, no es tan fácil juntarse delante de una mesa, pero seguimos haciéndolo. Ahora es el póker, un juego excelente que se hace entre amigos, no dañino pero si divertido, sin traumas pero con pasión. En el póker, una vez más, cada uno muestra su personalidad, es algo maravilloso. Tras años y años de jugar los mismos amigos es impresionante como conoces los gestos, actitudes y estrategias de tu contrario y, pese a ello, como siempre puede ocurrir algo sorprendente, como una distinta combinación puede volarte la cabeza.

Además, delante de la mesa, con cartas, una coca cola y unas patatas fritas, todo pasa a un tercer plano, las noticias, los problemas, el trabajo, se quedan fuera.... es el momento de la diversión, los chistes, las anécdotas, la risa tonta, las grandes jugadas, los enormes errores, de ponerse al día, es póker entre amigos, una de las mejores cosas que le pueden pasar a uno.

Espero que las nuevas generaciones, tan acostumbradas a su espacio individual, consigan disfrutar de estos vínculos de amistad y de juego humano en común.... no para ganar dinero, ni para competir contra una máquina (que seguramente te va a ganar) sino para interaccionar con iguales, disfrutar de la amistad, de las sensaciones, del crecimiento y de las risas. Nunca habrá una máquina, un casino online o un juego de ordenador que supere a un grupo de amigos, un poco de merienda, una habitación, unos dados, unas cartas o cualquier cosa sobre un tablero o un tapete. De verdad, no dejen que sus hijos pasen de este planeta sin usar los juegos de mesa, son necesarios para sobrevivir.


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