Todo un clásico de Tubo zaragozano. Ubicada en un lugar de paso, turisteo y ebullición, siempe gozó de dos alturas, la de abajo dedicada más a la venta de repostería y, la superior, para dar comidas y cenas. Estructuralmente se mantiene igual que desde la profunda reforma de 1925, con lámparas, azulejos, mobiliario y carpintería de entonces, dolorida y con la dejadez de los años. Escudos heráldicos, artesonados, todo un viaje en el tiempo y la historia de nuestra ciudad. Llegó a tener hasta obrador propio y servir al mismo Alfonso XII, hoy se mantiene pero lo dicho, con muletas.
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