Casa Leonardo es una antigua hospedería de carretera con más de un siglo de vida. Ubicada en Lleida, en la Comarca del Pallars, en la carretera que lleva desde Tremp a Sort, es una auténtica delicia como experiencia y hospedaje. Nuestra pequeña aventura nos llevaba hasta allí pero no sabíamos todo lo bueno que nos íbamos a encontrar.
Desde aquí dar todas las gracias a Mireia, que nos trató de manera excelentísima, con todo el cariño y la cálida acogida que siempre se nos dispensa en Cataluña, vayamos donde vayamos. Hemos aprendido mucho de como se pueden hacer de bien las cosas, con cariño y cultura. Una pareja de historiadores regentan ese señero edificio, y mantienen toda la esencia de sus 100 años de vida, en la carpintería, suelos, mobiliario, habitaciones, buen gusto y decoración. En cada piso te encuentras enormes vitrinas llenas de antigüedades rebosantes de historia y belleza, no hay cerámica, lámpara o complemento fuera de sitio, y el que lo está casi lo está con gracia.
Cenar o desayunar en este lugar es una maravilla. Es una vuelta a todo lo bueno que tiene la calidad sencilla, sin estúpidas sofisticaciones ni artificios, como vivimos en mil y una cartas de bares y restaurantes de todos los lugares. "Tenemos un menú, lo hace mi madre". Adelante. Y te sacan medio quesito de cabra atesano, del valle, una sopa casera de galets con pelota, una ensalada ilustrada, sencilla, limpia, impecable, escarola, tomate, oliva negra, pero todo superior, y una butifarra exquisita adornada con unas patatas fritas caseras como pocas. Luego dale un postre con una especie de vermú, inmejorable. Y para desayunar, bandeja de embutidos de la zona, toda para ti, y ricas mermeladas caseras, pan de hogaza, café delicioso, slurp.... y todo rodeado de mobiliario centenario y vistas directas a un hermosísimo río que pasa a los piés de la casa.
Casa Leonardo es mucho más que un hospedaje, es una experiencia, un viaje en el tiempo a principios del siglo XX, cuando sonaba el carrillón en los restaurantes, y nada molestaba su sonido, cuando te atendían con verdad y respeto y cuando tomabas comida sencilla, casera, deliciosa, que sienta de maravilla, reconfortante, llena de vida y de tradición.
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